El joven Daniel fue llevado cautivo a Babilonia alrededor del año 604 a.C. Ahí fue seleccionado para estudiar en las mejores instituciones educativas del momento. Su lealtad a Dios fue puesta a prueba. Pero el joven hebreo se mantuvo fiel al Señor y llegó a ser uno de los mejores estudiantes y, más adelante, uno de los principales oficiales del gobierno. Su lealtad a Dios le valió para convertirse en uno de los profetas más importantes de la Biblia.

Todo joven universitario que ha decidido ser leal al Señor enfrentará circunstancias difíciles a lo largo de su vida tanto académica como profesional. Por ello, no debiera amedrentarse cuando se presenten todo tipo de adversidades.

La escuela es la gran oportunidad de manifestar lealtad al Señor. Todo estudiante con convicciones espirituales enfrentará maéstros, exámenes, materias, ideas, diversiones y oportunidades que desafiaran sus valores cristianos. Pero ese es el momento de reconocer al Dios verdadero —tal como lo hicieron Daniel y sus compañeros— en vez de permanecer arrinconados por vergüenza a revelar la posición religiosa. Tampoco es oportuno imponer condiciones al Señor para seguir fieles. Lo mejor es ser leales suceda lo que suceda. El lema del cristiano ha de ser « ¡Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la vida! » (Apocalípsis 2: 10). Si es así, la influencia de los universitarios de la iglesia será mucho mayor de lo que alguna vez nos imaginamos.